Evangelio del Lunes, 22 de Febrero de 2021

Primera lectura



Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (5,1-4):

A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a manifestarse, os exhorto: Sed pastores del rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo, gobernándolo no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con generosidad; no como déspotas sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño. Y cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita.

Palabra de Dios


Salmo

Sal 22,1-3.4.5.6

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara, mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre. R/.

Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R/.

Tu bondad y tu misericordia
me acompañan todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/.



Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (16,13-19):

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»

Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»

Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»

Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»

Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»

Palabra del Señor



Reflexión 1

De la primera carta del apóstol san Pedro 5, 1-4

Queridos hermanos:



Queridos amigos y amigas:

Hoy celebramos la fiesta de la Catedra de San Pedro. Es una buena oportunidad para intensificar nuestra oración de intercesión por el obispo de Roma y su «ministerio petrino» al servicio de la caridad entre todas las iglesias dispersas en el mundo. La liturgia de la Palabra que acompaña esta celebración nos lleva a redescubrir lo esencial de cada servicio ministerial dentro de la Iglesia, llamada a ser sacramento universal de salvación.

El apóstol Pedro exhorta con fuerza: «A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a manifestarse». Pedro se define como «testigo» de la pasión de Cristo. En el contexto del Nuevo Testamento el testigo es también el mártir. Los apóstoles fueron testigos de la resurrección de Jesús y dieron testimonio, hasta dar su vida por el Evangelio. Desde esta autoridad que le confiere su ser «testigo», Pedro contempla el ministerio de los «presbíteros, ancianos» como la labor y el servicio de un buen pastor. Siempre en referencia al Pastor Supremo, único pastor del rebaño.



Reflexión 2

Pastoread el rebaño de Dios

San Pedro, en su primera epístola escribe a comunidades de la primera generación cristiana para animarlas y sostenerlas, ya que están pasando momentos difíciles de persecución e incomprensión a causa de su fe.  Si en los capítulos anteriores se ha dirigido a todos los creyentes, ahora se dirige a los presbíteros de estas comunidades; y lo hace como aquél que ha sido testigo de la muerte y resurrección del Señor. Quiere recordarles que la misión que han recibido es ante todo la de ser pastores de un rebaño que es de Dios, no suyo; y que por tanto están al servicio humilde de aquel que es el único pastor y en quien hay que buscar y descubrir que significar la tarea de pastorear.

Les invito a leer hoy esta Palabra contemplando esa imagen bíblica del buen Pastor que da la vida por sus ovejas. Nos puede ayudar a ello recordar el logo oficial del año de la misericordia y que diseñó el Padre Marko Rupniv: en él aparece Cristo cargando a sus hombros a una persona; se quería acentuar el amor misericordioso del Padre que nos revela Cristo. Él nos muestra que ser pastor significa llevar en los propios hombros la realidad humana que nos rodea; y llevarla, no como un peso, sino como un hermano, una hermana: acogiendo y abrazando esa realidad única que es cada ser humano, desde la comunión profunda, desde la fraternidad.

Pidamos al Señor por aquellos que ejercen de una u otra forma el servicio de acompañar a la gente y a las comunidades. Pidamos por nosotros mismos que a menudo nos toca acompañar a otros. Son responsabilidades que nos invitan a poner ante el espejo la manera de situarnos ante las personas y a vivir esa tarea, no tratando de imponer nuestra visión de las cosas, sino desde el servicio generoso, y desde la escucha profunda de cada persona y desde la mirada de amor que Dios la dirige. Una de las cosas que impresiona en el icono de Rupniv es que hay un ojo que es común a Cristo y a la persona; porque el abrazo de Dios, la intimidad con él, su perdón que nos salva, hace que nuestro ser sea sanado y transformado y podamos recuperar la verdadera visión de las cosas y de la vida y verlas con la mirada de Dios que está impresa en nuestro interior. Mirar y actuar con esperanza, con caridad y con confianza: como el buen Pastor.

Tú eres el Hijo de Dios vivo

En la fiesta de la cátedra de San Pedro, celebramos la fe en Cristo, el Hijo de Dios; La fe, que fundamenta nuestra vida, sostenida por la cadena de testigos que nos han precedido, y que nos une como familia, como Iglesia; la que surge a partir de una llamada personal del Señor a seguirle; recordamos en este día a aquellos primeros seguidores a los que Jesús llamó, acercándose a sus vidas en medio de sus tareas cotidianas como hoy continúa acercándose a las nuestras. Entre esos seguidores de la primera hora recordamos hoy a Simón, hermano de Andrés. Simón, este pescador rudo, impulsivo, contradictorio, en el que nos podemos sentir identificados muchos de nosotros. Dispuesto a todo por Cristo y que en el momento que las cosas se pusieron difíciles le traicionó y le abandonó; pero que fue capaz, al encontrarse con su mirada amorosa, de dejarse perdonar y lavar por Él, de aprender a colocarse detrás de Él y a permitir que Otro marcara el rumbo de su vida. En ese camino lento de maduración en la fe, desde la conciencia humilde de su debilidad pudo decir desde lo hondo del corazón al Señor “Tú lo sabes todo, tú sabes que te amo”y recibir de Él un nuevo nombre “Ahora yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia”

La imagen de la roca, de la “piedra” nos evoca aquello que es firme, estable y por lo tanto sobre lo que podemos apoyarnos porque es sólido y resistente. La imagen de “la piedra angular” de un edificio, añade a la idea de solidez, otra diferente: la de ser “base o fundamento de algo”.

Utilizando ambas imágenes hemos comparado la Iglesia como un edificio construido a partir de la piedra angular que es Cristo. Él es quien lo sostiene, a partir de quien se forma toda la estructura, quien lo da unidad, solidez.

En esta fiesta de hoy, agradezcamos la fe recibida y sintámonos Iglesia, unidos a tantos hombres y mujeres que han vivido y siguen viviendo la aventura de la fe.